El segundo sexo - Recomendación #4

 

He querido tratar en este último bloque un texto que considero fundamental como punto de partida en esta gran lucha por la igualdad.

Introducción...

El concepto de igualdad tiene muchas dimensiones. Dicho concepto ha sido tratado de distintas formas; ha sido entendido con distintos matices dentro de la tradición feminista. Es realmente interesante analizar este concepto desde el punto de vista del feminismo y observar el contraste con las rígidas definiciones de los conceptos jurídicos; es por ello por lo que es tan difícil introducir nuestros deseos y exigencias en el ámbito jurídico.

Pues bien, empezando con la primera ola cabe matizar que el feminismo clásico tiene como principal vindicación la modificación de los derechos civiles y políticos. Así pues, visto desde esta perspectiva, la igualdad tiene dos dimensiones; es un derecho y es un principio. Se puede ver la igualdad como un principio que atraviesa todos los derechos.

En esta primera ola lo que se plantea es la petición al Estado para la equiparación de los derechos de mujeres y hombres (derechos civiles y políticos). Por tanto, no se está hablando de cambiar la estructura social, sino de entrar en esos derechos que ya preexisten para los hombres (se pretende quitar las barreras). Es la idea de la igualdad de oportunidades, que es una idea clásica de la igualdad que aún está muy presente en el diseño de las políticas públicas (esto es, hacer un transvase del grupo de derechos de los que goza el hombre y concedérselo a las mujeres).

Luego, la igualdad de oportunidades es un avance, ya que el planteamiento es el mismo que el de la igualdad formal, pero ya aparece (un mínimo) intervencionismo estatal; ya que el problema de la desigualdad es un problema de las mujeres, el Estado nos va a echar una mano.

Tras esto tenemos una segunda ola del feminismo, caracterizada por la existencia de una gran variedad de feminismos. La característica que aúna a todos estos feminismos es la convergencia en la reivindicación de los derechos sociales que se generaliza (aunque esto ya venía de antes).

Sobre el segundo sexo...

Sobre Simone de Beauvoir... Su obra clave es El segundo sexo publicado en 1949, que es un hito en la tradición feminista.

Es interesante destacar que esta obra comienza con la pregunta que Sartre le formula a Simone “¿Qué ha supuesto para ti el hecho de ser mujer?” Pues bien, Simone responde que el hecho de ser mujer no ha condicionado su producción intelectual. Así, El segundo sexo comienza siendo escrito por una mujer que no se considera diferente a los hombres (pensaba que nunca se le había privado de derechos ni de recursos), que no se considera feminista. Pero, rápidamente Simone se va a percatar de que hay una diferencia abismal entre lo que percibe de sí misma y entre lo que se ve desde fuera. Mediante un profundo análisis de reflexión e introspección se da cuenta de que dicha igualdad entre hombres y mujeres no existe.

Es importante cómo analiza la situación de las mujeres como igualdad abstracta y desigualdad concreta. “Cuando –el hombre- mantiene con la mujer una actitud de colaboración y buena voluntad, desarrolla el principio de igualdad abstracta; sin embargo, la desigualdad concreta que puede comprobar, no es él quien la enuncia.”  Esto no es más que una forma que los hombres tienen de alegar que unos y otros son iguales, que las mujeres no tienen nada que reivindicar y, al mismo tiempo,  que las mujeres nunca podrán ser iguales a los hombres, y que sus reivindicaciones son vanas.

Simone analiza a la mujer como al Otro (la Alteridad) por lo que articula su discurso en base a dos conceptos: la inmanencia y la trascendencia. No hay igualdad entre mujer y hombre porque no hay reciprocidad en el reconocimiento. Dice “En el momento en el que el hombre se afirma como sujeto y libertad, la idea de Alteridad se mediatiza. Desde entonces, la relación con el Otro es un drama: la existencia del Otro es una amenaza, un peligro (…) alteridad es lo mismo que negación, es decir, el Mal.”

Alega que existe un mundo de la naturaleza y un mundo de la cultura y aporta un análisis no biologicista afirmando que “no se nace mujer, se llega a serlo”. El Otro es pues creado por el Uno y esto es pues una construcción social, una herramienta que se usa para estructurar a la sociedad. En la sociedad en la que vive observa que la igualdad nos es negada a las mujeres porque, se alega que, hombres y mujeres tenemos distintas naturalezas; lo que se manifiesta con la visión de que la mujer es la encarnación del mal; que proviene da la naturaleza, la naturaleza del pecado.

Para la autora, la gran diferencia es la reproducción (dar la vida es mantenerse en la inmanencia). Es decir, mientras que las mujeres somos reproductoras biológicas, los hombres son reproductores de instituciones, espacios sociales…

Considera pues que el gran mal de las mujeres (no lo dice como juicio de valor, sino que contrasta este hecho desde la antropología y la historia) es la reproducción biológica. Por ello, alega que las mujeres hemos de huir del mundo de la inmanencia para entrar en el de la transcendencia. Hemos de llegar pues a la cultura (nuestra cultura). Lo que es difícil, ello ya que el hombre ha proporcionado a las mujeres una situación que no le permite el ejercicio de su trascendencia. Este es el estado de las cosas cuando Simone escribe su obra.

En este momento histórico se dice que somos iguales, pero esta es una igualdad abstracta que no una igualdad real. Ello es consecuencia directa de que hombres y mujeres no tenemos el mismo punto de partida.

Conclusiones...

Estar de acuerdo o no con los postulados de Simone de Beauvoir es un tema aparte. Como con todo, hay que saber contextualizar cada pensamiento con su tiempo. Eso sí, hay que aclarar que estamos hablando de una obra que constituye el estudio más completo sobre la condición de la mujer. El segundo sexo relanza el feminismo (tras la Segunda Guerra Mundial), pero no desde una plataforma política. Lo que está claro es que no se le puede negar su importancia.

El feminismo es entonces básico para entender el papel del derecho en nuestras actuales sociedades. Así, frente a los conceptos tradicionales de igualdad formal podemos incluir el actual concepto de igualdad sustantiva. El primero para entender dónde estamos, el proceso para llegar hasta este punto y el porqué. El segundo para cuestionar los fundamentos sexistas de nuestra actual estructura social; ello para poder reconstruir el modelo de relaciones entre mujeres y hombres (garantizar el derecho de todas las mujeres en sus diversas necesidades). Es decir, una igualdad vinculada con la libertad; igualdad para ejercer nuestros derechos, derechos reconstruidos en base a la importancia de las mujeres, no como objetos sino como sujetos de derecho.

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